viernes, 17 de septiembre de 2010

Un puñal en la puerta

Desde hace mucho tiempo, desde que me conozco, la forma que tengo para descargarme cuando algo me jode mucho muchísimo, es acuchillar una puerta. Las de la casa de mi madre tiene unos tajos de no creer, ya que fueron víctimas de todos mis amores adolecentes no correspondidos, mis llevadas de materias a marzo, que no me pusieran en primera fila en el espectáculo de danza, o no haber conseguido entrar a un desfile. Cualquier motivo, cuchillazo.
Después me mudé sola, y las puertas siguieron pasando por lo mismo. Es más, cuando me mudé de un depto, la dueña la tuvo que cambiar por lo agujereada que estaba (no le hacía falta mirilla, parecía de malla cima).
Sin embargo, hace varios años que no pasaba nada o al menos no me había dado por eso. Hasta hoy. Hasta hace dos minutos donde mis problemas de adulta se encontraron con mis problema de adolescente en la parte de atrás de la puerta del baño de casa de mi madre. Y como era de esperarse, los tajos fueron más grandes, y más profundos, tanto así que los de niña parecen picadas de mosquito.
¿Me siento mejor? No, en lo más mínimo, pero es lo que hay, es la única forma que conozco de descargarme además de llorar (cosa que se hace a dúo con las puñaladas).
¿El motivo? Me lo reservo, son cosas mías. Pero si hay alguien que lea ¿cuál es su manera desquiciada de descargarse?¿O acaso soy la única persona "normal" a la que se le pianta una tuerca cada tanto?

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